La dicharachera epístola esta vez va dedicada a... Los impuntuales. Estimado amigo impuntual: Me dirijo a usted con la firme intención de manifestarle mi profunda curiosidad por esa desconcertante condición que es la impuntualidad. Según estudios recientes avalados por la Universidad de los Estudios Inútiles y el Instituto Tiremos-El-Dinero-Que-Nos-Sobra he podido comprobar que la impuntualidad no es un rasgo genético asociado a una sola raza, a una latitud o a una longitud. Es un fenómeno repartido de manera homogénea a lo largo y ancho del planeta al que todos estamos expuestos. Todos conocemos individuos que, como usted, carece de la capacidad de mirar un reloj. Ustedes los impuntuales poseen una disfunción motriz de los pulgares prénsiles que les impide ponerse un reloj de muñeca o pulsar una tecla al azar del móvil para ver la hora. Ahora la cuestión que nos ocupa es cuanto menos turbia: ¿El impuntual nace o se hace? Según el Centro de Investigación Hagamos-un-estudio-para-que-l...
Ya sabréis de mi vida cuando publique yo misma mi biografía no autorizada, hagan una peli basada en ella y termine podrida de dinero. Hasta entonces paciencia.